"El desgaste de callar lo que necesito decir" ... Hay silencios que nos protegen... y otros que nos desgastan. Este texto nace de esas veces en las que me tragué las palabras, no por falta de algo que decir, sino por miedo, por culpa o por ese deseo de no incomodar. Y escribo esto por si tú también has sentido lo mismo alguna vez.

 

No creo ser la única a la que le han dicho frases como: “No prestes atención”, “Déjalos que digan lo que quieran”, “No contestes, porque es darles importancia”. Por mi forma de ser, esas oraciones se han vuelto parte del paisaje que me rodea. Y es que, si algo me ha costado mucho en la vida, es quedarme en silencio cuando alguien intenta arremeter contra mí… o contra alguien más.

Me resulta casi imposible ver cómo alguien dice o hace algo que considero injusto y simplemente hacer como si nada pasara. Sí, sé que la vida, de alguna forma, pone todo en su lugar. Pero también pienso que, a veces, es necesario darle una mano. O tal vez solo es que necesito liberar lo que pienso y siento, porque si no lo hago… siento que me ahogo. Que me pesa. Y por todo lo que he aprendido sobre la conexión entre mente y cuerpo, sé que lo que no se dice… enferma.

Durante muchos años me sentí culpable por ser así. Por no poder callarme. Por sentir esa necesidad casi visceral de hablar cuando algo no me parece. No me he medido, ni siquiera con figuras de autoridad como mis padres, profesores, jefes. Siempre he intentado expresarme con respeto, incluso cuando siento enojo, y también he aprendido a reconocer cuando me equivoco.

—Pero Lina… ¿por qué nos cuentas todo esto?

La respuesta es simple: porque sé que no estoy sola. Sé que somos muchas las personas que hemos intentado ocultar esta parte de nuestra personalidad por miedo, por esas frases que suenan tan “sabias” como: “Respira, que ya pasará”, “Solo escucha, la vida se encargará”. Pero, ¿y mientras tanto, qué? ¿Nos ahogamos en lo que sentimos? ¿Cargamos con el peso de las palabras no dichas? ¿Nos enfermamos por dentro para que otros nos vean como “pacientes”, “pacíficos” o “emocionalmente inteligentes”?

Muchas veces confundimos los términos. Y la “inteligencia emocional” no es la excepción. Se cree que implica agachar la cabeza, soportar, no reaccionar. Pero no. La verdadera inteligencia emocional nos enseña a reconocer lo que sentimos, a entenderlo y, sobre todo, a resolverlo.

No se trata de quedarte callado si no quieres. Se trata de saber cómo canalizar lo que te afecta. De no tomarlo todo como un ataque personal, pero tampoco tragarte las palabras. Se trata de soltar lo que llevas dentro, de una forma que esté alineada contigo, con tu esencia.

Existen estudios que relacionan la represión emocional con algunas enfermedades físicas, como ciertos tipos de cáncer. Se ha hablado de la “personalidad tipo C”, aquella que evita los conflictos, reprime sus emociones y busca complacer a los demás constantemente. No hay que verlo como una causa directa, pero sí como una señal de alerta: el cuerpo habla cuando no nos permitimos hablar.

¿Vale la pena enfermarte por quedar como alguien que “no se rebaja”?
¿Vale la pena cargar con ansiedad solo por callar, para no incomodar a otros?

A mis hijas siempre les enseño que “las palabras tienen poder”. No solo porque atraen lo que pensamos, sino porque también pueden sanarnos… o dañarnos. Y ese poder también lo tienen las palabras que callamos.

No te estoy diciendo que discutas con todo el mundo. No te estoy diciendo que explotes o que grites más fuerte que el otro. Solo te invito a no guardarte lo que necesitas decir. Si no quieres hablar, también es válido. Pero si sientes que necesitas soltarlo, hazlo. Hazlo con respeto, con claridad, con firmeza. Desde tu verdad.

Y si eso hace que alguien deje de verte como “emocionalmente inteligente”, está bien.

Lo importante es que no dejes de ser tú.


Y tú...

¿Te has sentido alguna vez mal por no poder callar cuando algo te duele o no te parece?
Te leo con cariño en los comentarios. Me encantaría abrir un espacio donde compartir lo que tantas veces se guarda en silencio.

Escrito propio L.C 2025

Para Dualidad: Un proyecto que emerge desde mi propia carencia, transformando la ausencia en aprendizaje y, guiándote en la construcción de tu verdadera riqueza.



Comentarios

Entradas populares