Una psicología que libere, no que encierre

 

 

Siempre he sentido un llamado profundo por ser psicóloga. No por un escritorio, un diploma o una rutina clínica, sino por la pasión que me despierta el alma humana. Aunque el camino aún no me ha llevado por esos vientos, sé que hay una forma distinta de ejercer la psicología… y yo quiero formar parte de ella.

Porque a veces siento que la psicología, en su versión moderna y masificada, más que liberar, ha empezado a encerrar. Hoy todo se etiqueta: si sientes ansiedad, es trauma; si te enamoras rápido, es apego inseguro; si alguien te incomoda, es una red flag. Y así vamos, con miedo a vivir, analizando cada emoción, cada vínculo, cada palabra, como si la vida fuera una amenaza constante.

Quiero ser psicóloga, pero no de las que repiten manuales. No de las que solo escuchan y asienten. Quiero ser de esas que miran al otro sin filtros ni fórmulas. De las que acompañan a descubrir el verdadero trasfondo, más allá del síntoma, más allá del término de moda. Quiero ofrecer un espacio donde no se adoctrine con frases bonitas, sino donde realmente se cuestione, se sienta, se entienda.

Siento que estamos perdiendo el valor de lo simple: sentir tristeza sin pensar que estamos rotos, equivocarnos sin cargar con etiquetas, amar sin analizar cada emoción. Nos han enseñado tanto sobre heridas que se nos ha olvidado lo más importante: que no todo necesita sanarse, que hay partes de la vida que simplemente se viven.

La psicología que sueño es aquella que no pone límites innecesarios, sino que invita a explorar. Una donde el terapeuta no sea solo una figura pasiva que te dice cómo respirar o cuánto cargar de tu pasado, sino alguien que te ayude a ver con claridad cuando estás mentalmente saturado, alguien que te devuelva a ti mismo, con verdad, con empatía, con firmeza si es necesario.

Porque sí, el alma necesita contención… pero también necesita confrontación. Necesita descanso, pero también claridad. Y sobre todo, necesita espacios donde no todo sea trauma, sino también posibilidad, espontaneidad, y humanidad.

Tal vez aún no tengo el título, pero tengo el alma despierta, la intención clara y el deseo de servir desde otro lugar. Y a veces, eso ya es ejercer una nueva forma de psicología: la que no te encierra en tus heridas, sino la que te recuerda que aún con todo eso, puedes vivir.

Escrito propio L.C 2025

Para Dualidad: un proyecto que emerge desde mi propia carencia, transformando la ausencia en aprendizaje y guiándote en la construcción de tu verdadera riqueza.

Comentarios

Entradas populares